Hace 6 meses me vine a vivir donde mis exsuegros, me salió un trabajo en la capital y fueron ellos quienes me acogieron en su casa, es lo bueno de terminar de buen modo con tu ex, somos una cuasi familia disfuncional, ella con su esposo y yo con sus padres.
Duermo en la habitación que fue de ella cuando niña. Ya podrán imaginar la habitación de una niña fresa, hija única y a la que le daban todo, una poltrona grande, su mesita de noche, su propio armario y su juego de... de muñecas, su espantoso juego de muñecas.
Sí, soy hombre de 37 años y le tengo pavor a las muñecas, debo admitirlo, no sé cómo comenzó el miedo a estos seres inertes, pero puedo decir que donde hay muñecas y tengo que dormir, en ese lugar siempre pasarán cosas raras y acá no es la excepción.
Vista desde mi cama.
Son un pequeño montón, no más de 10 muñecas, osos, un pluto, un Winnie Pooh, una oveja y ella, esa cosa amorfa y extraña que no me deja dormir...
Ella...
Ella, ella es la peor, la escondo tras uno de los osos, su mirada es penetrante y vacía; hay días en las que el oso que la cubre, simplemente está corrido hacía un lado, dejando que me observe en la cama. Soy incapaz de darle la espalda por las noches, amanezco con el brazo derecho hecho un bulto de dolor.
Rogándole a mi ex para que la saque a ella, de la habitación.
¿Por qué cuento esto, te preguntarás mi querido lector?, porque a partir de hoy no volveré a dormir más; ayer al lado de mi cama, despertando entre sueños la vi, una figura oscura con forma de niña (no pasaría de un metro veinte), se arrodilló frente a mi, sin rostro que mirar pues todo era oscuro, excepto esa mirada penetrante y vacía, no abrió la boca, la escuché en mi cabeza - ya no tendrás que cubrirme más con el oso, a partir de mañana dormiré a tu lado -